miércoles, 3 de abril de 2013

TONCHO PILATOS - TONCHO PILATOS




Año: 1971
País: México
Género: Blues-rock.psycho-prog
Puntuación: ▲▲▲▲1/2


Toda una institución del rock mexicano (junto al Tri de México). La banda proveniente de Jalisco, Guadalajara, liderada por el genio de Alfonso Toncho Gerrero elabora una impresionante amalgama de sonidos y texturas ácida psicodélicas con orientación progresiva de la época, que se fusionan en estilos que van desde el blues stoniano hasta la vanguardia experimental zappiana (con momentos su libertad creativa me trae a la mente a unos Can teutónicos) al emplear recursos autóctonos de su ascendencia mexicana.

Consiguen así elaborar uno de los primeros grandes trabajos del rock latinoamericano con identidad propia y con algo que decir más allá de remedar a sus mentores angloparlantes; en  su música se filtran los grandes nombres del rock sesentero como Hendrix, los Stones, Led Zeppelin, John Fogerty, Steppenwolf, asi como el progresivo setentero de Jethro Tull o Gentle Giant .


Comienza con la genial fricción bluesera ledzeppiana de “Espera”, perfecto corte de inicio condimentado con pasajes de flauta cortesía de su líder Alfonso "Toncho" Guerrero, y variaciones de tempo y ritmo; “Kukulkan” arremete con cuerdas eléctricas ácidas en un astuto fondo de violines con conceptualización progresiva evocando cierta sonoridad medieval en un aguerrido descaro bluesero, generando una disfrutable fusión de unos Led Zeppelin con Gentle Giant; sigue la letárgica “Drunk Again” con ondulantes atmósferas psicodélicas beatlenianas y un balbuceantes Toncho Guerrero jugando con la ironía vocal a lo Frank Zappa; y “Blind Man”, un intenso blues ledzeppiano de atmósferas hipnotizantes y penumbrosas.

Los primeros segundos “Déjenla en paz” trae a la mente el estilo delta-blues de Beefheart, desarrollándose en una fenomenal ejecución psicodélica con insuperable solo eléctrico; y “Tommy Lyz” extiende el blues ácido en una mixtura que suena a unos Led Zeppelin fusionados con unos Beatles del “Abbey Road”.

De entre lo más interesante es la experiencia progresiva “La última danza”, una genialidad sonora en la que exponen su herencia autóctona con dinamismo y, cuya filtra a los renombrados nombres del rock progresivo como el característico estilo de Jethro Tull o la sincronización y lenguaje dinámico de King Crimson y Gentle Giant, resulta extensa y con una dirección no muy determinada, pecando así de sobrepretenciosa por momentos, mas resulta una destacable pieza en la que se puede apreciar la oferta alternativa de la banda y su talento en la construcción que vira por momentos de introspección sensorial, experimentación, expresionismo y minimalismo, poesía y rituales chamanes.

Completa la delicada “Dulce Monserrat”, innecesario corte final con clara inclinación melódica por unos Beatles.

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