Año: 1971
País: México
Género: Blues-rock.psycho-prog
Puntuación: ▲▲▲▲1/2
País: México
Género: Blues-rock.psycho-prog
Puntuación: ▲▲▲▲1/2
Toda una institución del rock mexicano (junto al Tri de
México). La banda proveniente de Jalisco, Guadalajara, liderada por el genio de
Alfonso Toncho Gerrero elabora una impresionante amalgama de sonidos y texturas
ácida psicodélicas con orientación progresiva de la época, que se fusionan en
estilos que van desde el blues stoniano hasta la vanguardia experimental zappiana
(con momentos su libertad creativa me trae a la mente a unos Can teutónicos) al
emplear recursos autóctonos de su ascendencia mexicana.
Consiguen así elaborar uno de los primeros grandes trabajos
del rock latinoamericano con identidad propia y con algo que decir más allá de
remedar a sus mentores angloparlantes; en su música se filtran los grandes nombres del
rock sesentero como Hendrix, los Stones, Led Zeppelin, John Fogerty, Steppenwolf,
asi como el progresivo setentero de Jethro Tull o Gentle Giant .
Comienza con la genial fricción bluesera ledzeppiana de “Espera”,
perfecto corte de inicio condimentado con pasajes de flauta cortesía de su
líder Alfonso "Toncho" Guerrero, y variaciones de tempo y ritmo;
“Kukulkan” arremete con cuerdas eléctricas ácidas en un astuto fondo de
violines con conceptualización progresiva evocando cierta sonoridad medieval en
un aguerrido descaro bluesero, generando una disfrutable fusión de unos Led
Zeppelin con Gentle Giant; sigue la letárgica “Drunk Again” con ondulantes
atmósferas psicodélicas beatlenianas y un balbuceantes Toncho Guerrero jugando
con la ironía vocal a lo Frank Zappa; y “Blind Man”, un intenso blues
ledzeppiano de atmósferas hipnotizantes y penumbrosas.
Los primeros segundos “Déjenla en paz” trae a la mente el
estilo delta-blues de Beefheart, desarrollándose en una fenomenal ejecución
psicodélica con insuperable solo eléctrico; y “Tommy Lyz” extiende el blues
ácido en una mixtura que suena a unos Led Zeppelin fusionados con unos Beatles
del “Abbey Road”.
De entre lo más interesante es la experiencia progresiva “La
última danza”, una genialidad sonora en la que exponen su herencia autóctona
con dinamismo y, cuya filtra a los renombrados nombres del rock progresivo como
el característico estilo de Jethro Tull o la sincronización y lenguaje dinámico
de King Crimson y Gentle Giant, resulta extensa y con una dirección no muy
determinada, pecando así de sobrepretenciosa por momentos, mas resulta una
destacable pieza en la que se puede apreciar la oferta alternativa de la banda
y su talento en la construcción que vira por momentos de introspección
sensorial, experimentación, expresionismo y minimalismo, poesía y rituales
chamanes.
Completa la delicada “Dulce Monserrat”, innecesario corte
final con clara inclinación melódica por unos Beatles.
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