‘…mas as pessoas da sala de jantar são ocupadas em nascer e morrer…’ |
Año: 1968
Rating: ▲▲▲▲▲
Canción favorita: "Panis Et Circenses"
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Canción favorita: "Panis Et Circenses"
Revolucionarios. Quieren una muestra explícita del impacto del Sgt. Pepper en los 60s? Aquí lo tienen señores.
Brillantes y originales al mezclar a su antojo la psicodelia beatleniana con aromas del movimiento hippie, arreglos instrumentales de enfoque orquestal, atrevidas e innovadoras experimentaciones velvetianas y art-rock, y una naciente tendencia que rescataba los ritmos y sonidos nativos oriundos de tierras brasileras mezclados con querencias de occidente impulsado por un reformista Caetano Veloso: el tropicália.
La principal característica de su oferta es la coloridad y el exotismo innato de estos animados y atractivos géneros garotos; el fado, el bossa-nova, los cantos tradicionales, entre otros consiguiendo así una luminosidad esplendorosa en sus ricos matices y sus vespertinas sensaciones y envolventes atmósferas
Comienza probablemente el corte más emblemático del género: “Panis Et Circenses”, esto es arte pura; esa trompeta en la intro que asalta la atención de los sentidos, es un plomazo al cerebro que conecta acertadamente con esa mística comunión de sonidos mágicos y celestiales embebiendo la deliciosa melodía vocal y los arreglos instrumentales de fondo que no hacen más que iluminar la pieza y jugar con las emociones y las sensaciones que se van dibujando en la mente; el inmaculado pasaje de flauta que premoniciona ese arrebato del tempo en un excepcional esplendor sónico que llega a su clímax de intensidad en su vertiginosa parte final….esto es un orgasmo musical digno de los sesenta.
Aromas de bossa-nova en la bailonga “A Minha Menina”, todo un corte de hedonismo musical en sus seductores arreglos tropicales y ese apabullante y único riff, dotando al corte de un estrenduoso contraste tan fascinante que provoca perderse en sus delirantes surcos llenos de alegría, frescura y jolgorio.
Sigue la envolvente balada “O Relogio”, bellísima pieza de nostalgia romántica y psicodelia con la mesmerizante y delicada voz de Rita Lee; más tropicália en la deliciosa “Adeus, Maria Fulo”, jugando con mayor explicitud con los ritmos brasileros y su exótica percusión; y la embriagante “Baby”, ya acercándonos a los Pink Floyd del “Pipper At The Gates…”.
Brillantes y originales al mezclar a su antojo la psicodelia beatleniana con aromas del movimiento hippie, arreglos instrumentales de enfoque orquestal, atrevidas e innovadoras experimentaciones velvetianas y art-rock, y una naciente tendencia que rescataba los ritmos y sonidos nativos oriundos de tierras brasileras mezclados con querencias de occidente impulsado por un reformista Caetano Veloso: el tropicália.
La principal característica de su oferta es la coloridad y el exotismo innato de estos animados y atractivos géneros garotos; el fado, el bossa-nova, los cantos tradicionales, entre otros consiguiendo así una luminosidad esplendorosa en sus ricos matices y sus vespertinas sensaciones y envolventes atmósferas
Comienza probablemente el corte más emblemático del género: “Panis Et Circenses”, esto es arte pura; esa trompeta en la intro que asalta la atención de los sentidos, es un plomazo al cerebro que conecta acertadamente con esa mística comunión de sonidos mágicos y celestiales embebiendo la deliciosa melodía vocal y los arreglos instrumentales de fondo que no hacen más que iluminar la pieza y jugar con las emociones y las sensaciones que se van dibujando en la mente; el inmaculado pasaje de flauta que premoniciona ese arrebato del tempo en un excepcional esplendor sónico que llega a su clímax de intensidad en su vertiginosa parte final….esto es un orgasmo musical digno de los sesenta.
Aromas de bossa-nova en la bailonga “A Minha Menina”, todo un corte de hedonismo musical en sus seductores arreglos tropicales y ese apabullante y único riff, dotando al corte de un estrenduoso contraste tan fascinante que provoca perderse en sus delirantes surcos llenos de alegría, frescura y jolgorio.
Sigue la envolvente balada “O Relogio”, bellísima pieza de nostalgia romántica y psicodelia con la mesmerizante y delicada voz de Rita Lee; más tropicália en la deliciosa “Adeus, Maria Fulo”, jugando con mayor explicitud con los ritmos brasileros y su exótica percusión; y la embriagante “Baby”, ya acercándonos a los Pink Floyd del “Pipper At The Gates…”.
Lleva uno de los mejores momentos del disco con la altisonante “Bat Macumba” enganchando en sus caprichosos textos y su rica pastosidad de distorsiones y experimentaciones eléctricas; la enigmática y fascinante “Le Premier Bonheur Du Tour” exudando sofisticación de música clásica; o el jazz-fuzz psico-tropical de la amena “Ave, Gengis Khan”, hay bastante para deleitarse de este magistral trabajo discográfico que nos revela un fructífero y totalmente impredecible 68.