'...I can fly through the air I can fly anywhere I can fly through the sky and just see if I care...' |
Año: 1968
Rating: ▲▲▲▲▲
Canción favorita: "Pie In The Sky"
Genial disco conceptual. Los Idle Race consiguen conjurar cándidos pasajes de evocaciones infantiles tan mágicas y conmovedoras que resulta imposible no despertar una sonrisa en añoranza a aquellos años en los que la vida era más simple, con juguetes y carruseles que nos relagaban más de una alegria.
Su ascendencia por la melodía beatleniana y los arreglos baroque del "Pet Sounds" y "Magical Mystery Tour" entre otros revisten este impecable trabajo que arranca con la kinkiana "Skeleton And The Roundabout", juguetona pieza de astuto e interesante construcción instrumental tan rica en matices que parece simular la atmósfera de una feria con juegos mecánicos. "Happy Birthday" muestra la clásica melodía en una bellísimo arreglo de violines que acentuan una conmovedora sensibilidad en tan solo 23 segundos que dura la pieza; "The Birthday" ya nos adentra al concepto de la fiesta de cumpelaños en un triste corte sobre una niña a cuya celebración ningun invitado asiste.
"I Like My Toys" es una simpática pieza de corte infantil de aires más beachboyeros en una gustosa melodía y nostálgicos arreglos instrumentales; sigue la sensorial "Morning Sunshine", hermoso corte de atmósfera difusa y calmada que atrae en sus sensaciones vespertinas y letárgicas.
Una de las mejores piezas es la apasionante "Follow Me Follow", acongojante corte de sofisticado baroque con aromas a los Left Banke que embriaga en su dulzura y su intensidad acentuada por los hermosos arreglos de violines y la melancólica melodía vocal.
Más evocaciones kinkianas en la alegrona "Sitting In My Tree"; y la estupenda "Don't Put Your Boys In the Army, Mrs. Ward", enaltecida por ese acordeón introductorio y su firme percusión que simulan con contundencia la atmósfera de la armada.
Mas mi favorita resulta ser "Pie In The Sky", pop psicodélico de herencia beatleniana que eleva la aprte final del trabajo en una alucinante aventura sonora; y la bellísima "The Lady Who Said She Could Fly", triste pieza de ilusas esperanzas infantiles y romanticismo cándido.
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