Contundete trabajo de la banda americana. Ejecutan con originalidad y perspicacia eminentes composiciones que engloba su amplio y estimable bagage musical, que abarca desde querencia sesenteras de pop beatleniano; experimentaciones y noise a lo Velvet Underground; catarsis, gritos y alaridos a lo Zappa, hasta la diversidad sonora setentera de Bowie, el punk ramoniano y el post punk; e incluso toman algo de sus contemporaneos (se escucha ecos de Violente Femmes y Sonic Youth). Todo esto con un agudo estilo propio que se vió madurando en sus predecesores "Come On Pilgrim" y "Surfer Rosa", y que alcanzó la perfección en este disco que no decepciona en su redondez.
El disco comienza con la demoledora "Debaser", himno generacional que precede acertadamente la orientación sonora que experimentaría la escena musical americana al enfocarse en la angustia, la rebeldia y la desolación existencial juvenil a comienzo de los 90. Esto se demuestra por el relevante número de bandas noventeras tanto americanas (Nirvana) como inglesas (Placebo) e incluso actuales (White Stripes) que fueron influenciadas por sus previos trabajos tanto directa como indirectamente.
Fuera del gran impacto en el contexto alternativo al que anticipan en su trabajo, consiguen presentar piezas bastante disfrutables de sobresaliente ejecución rítmica y original lírica surrealista, todo esto con cierto enfoque oscuro y taimado. Ejemplo de ello son la intensa "There Goes My Gun", la muy estimable "Wave of Mutilation", que refresca el disco por el fondo instrumental ligero y despreocupado que consigue, o la singular "Monkey Gone to Heaven" que presenta su clásica frase "...and the Devil is six, and God is seven...".
Su particular estilo minimalista, muy infuenciado en los Ramones, queda manifestado soberbiamente en la acerba "Tame", un astuto corte de simple ejecución pero de mordaz factura musical, que desencadena su catarsis en su coro simple y directo. Esto mismo se aprecia tambien el el corte final del album, la sardónica "Gouge Away".
Igualmente acierta en no extenderse en demasía sobre una idea o canción. Pocas canciones pasan los tres minutos, y la mayoria van alrededor de los dos minutos. Este recurso les permite obtener una instantanea contundencia sonora que los aleja de falsas pretenciones, realzando considerablemente la variedad musical del disco. Esto se observa en la avida "Crackity Jones" de fulminante ejecución ritmica y "Mr. Grieves", un respetable corte con singular intro reggae y es el que mejor exhibe el gran talenteo de la banda de manejar a su antojo el ritmo, el tempo, el estilo musical y la dirección de la pieza sin caer en fallidas nadeces y, por si fuera poco, con un notable atractivo comercial.
"Dead" es la pieza mas astuta del disco, con perturbadora intro en percusión tribal (algo similar a "Astronomy Domine" de Pink Floyd), la morbosa guitarra eléctrica emulando a una sucia y corroída sierra eléctrica con esa apabullante escalera de acordes de guitarra seguida del primer verso, se calma con sofisticación aproximadamente a la mitad, para luego volver a arremeter con fiereza, una brillante composición que deslumbra por la instantaneidad con la que presenta todos esto recursos.
El disco tambien ofrece cortes más calmados, todos muy estimables y disfrutables, sin desentonar la catarsis del disco. Así resaltan "Hey", de calmado ritmo pero de eventuales acordes de fulgurantes guitarras acidas, la cortavenas "I Bleed", una soberbia pieza de falsas sonrisas que ejemplifica en su ejecución la balada alternativa, llena de angustia existencial y de desengaño ante la vida, y que posee un estimable final con asperas y refulgentes guitarras en la parte final (que luego Placebo emplearía marcadamente como recurso básico para varias de sus composiciones), y la pieza más arriesgada es "Silver", una verdadera curiosidad cuyo destacable empleo de las cuerdas tiene cierto evocación al Bowie de "The Man Who Sold The World"-"Hunky Dory" en un ambiente tétrico y morbido, que no resulta nada desdeñable.
La parte más accesible del disco se presentada con "La la Love You", fresca y desenfadada, un astuto medio tiempo; la "No. 13 Baby", perfecta para corearla en un concierto; o la archiconocida "Here Comes Your Man", cuyo primer acorde recuerda al inconfundible "A Hard Day's Night" de los Beatles, y que aligera considerablemente por su simplicidad sonora, su sección rítmica relajada y su adictiva melodía (a destacar el solo de bajo).
La gran sorpresa de los 80, y definitivamente uno de los trabajos más interesantes y sobresalientes de todos los tiempos, que crece en posteriores reescuchas. Aún en la actualidad se puede apreciar su gran influencia e impacto.
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