Puede que sus previos trabajos (en los que aún trabajaban con John Cale) hayan sido más innovadores y hayan tenido mayor impacto y repercusión (no necesariamente inmediata), pero sería recién con este disco con el que lograrían la redondez sonora. Es un trabajo disfrutable de inicio a fin, sin desperdicios, en el cual se aligera considerablemente de las pautas vanguardistas que venian ofreciaendo previamente, y optan con melodías pop más tibias y apacibles, dejan a un lado el frenesí del rock (aunque se puede escuchar algunos retazos por ahí), se sientan en círculo y se ponen a componen muy apreciables canciones de melodía pop deudor de los Beatles, sin rodeos ni complicaciones. La espontaneidad del disco resulta refrescante, casi necesaria, tras la explosión psicodélica de los años anteriores, e incluso de su propio estilo vanguardista.
En general, para ser ideas simples, les hubiera ido mejor si hubieran acortado el tiempo de varias de las piezas. Sin embargo tras reescuchas esto resulta algo obviable; es el manejo calmado, natural y despreocupado con el que elaboran las canciones lo que consigue sorprender y termina enamorandose uno de su envolvente serenidad.
Resulta entonces, necesario destacar variaz piezas del trabajo, como el primer corte, una preciosas gema delicadamente ornamentada, "Candy Says"; un manjar para los oidos con esos cordes que resplandecen en el aire. "Pale Blue Eyes" es igualmente disfrutable, algo larga pero envolvente en su acomodada serenidad. "I'm Set Free" es otra hermosa e intensa pieza de muy estimable fondo instrumental.
Pero la que lleva todos los aplausos en la subliminal "Jesus". Un estilete lanzado directo a la sensibilidad humana. Esos hermosos acordes traen a la mente celestiales tules deslizandose por los aires, el bajo acertado y consistente, una inmaculada pieza que se ilumina con luz propia ante la añoranza del auxilio del redendor en un tenue y abatido llamado. De lo más hermoso que he escuchado.
Tambien presentan canciones animadas de cierta escencia rock&rocll, como la refrescante "What Goes On", aderesada con ácidas guitarras que no desentonan a dirección del disco, o la vigorosa "Beginning To See The Light", un animado corte de disfrutable trabajo melódico en la guitarra. "Some Kind Of Love" intrincada y astuta pieza que atrea por su difusa letra y su sinuoso empleo de la guitarra, muy sugerente.
"That's The Story Of My Life" sirve de puente para presentar la parte más arriesgada del disco: "The Murder Mystery", soberbia pieza de avant-garde que perturba con esa estupenda escalera de guitarra y esos acertados golpes de platillos, seguido de un breve y envolvente cóctel psicodélico, para luego arremeter con inquietantes voces masculinas, historias entrecruzadas, frías, cual film policial, diagolos superpuestos, y con un coro que emplea acertadamente a su baterista Maureen Tucker en la voz (quien además destaca en la percusión), que sugiere una sensual y peligrosa femme fatale muy a lo film-noir. La pieza es extensa, pero la saben llevar muy bien, aderesándola con vertiginosos solos de órgano Hammond. El contraste resulta destacable tras la escucha de unos velvets calmados a lo largo de la primera parte del disco. Realmente se presenta como una pieza digna de los 60s que solamente a ellos se les podía ocurrir. La parte final presenta confusión y psicosis pasiva, incisiva, perturbadora.
El disco culmina con la acústica "After Hours", en voz de Maureen Tucker nuevamente. Un acertado punto final que nos lleva al estilo con el que comenzo el disco. De simpática melodía y corta duración. Asi termina una singular y muy estimable aventura musical, que nos lleva por pasajes angelicales, añoranzas celestiales, tentaciones sinuosos y psicosis psicodélica. Los Velvets culminan por lo alto su influyente aventura sesentera.
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