Año: 1997
País: Reino Unido
Género: Indie.brit-pop
Puntuación: ▲▲▲▲
Canción favorita: "Bitter Sweet Symphony"
El último aliento de la banda que, tras varios conflictos internos, nos dejó este su gran disco final que nos regala hermosas piezas de indie.brit-pop de matices psicodélicos y arreglos orquestales que dotan a su oferta de una sofisticación inmaculada cuyo enfoque ya lo veíamos previamente majestuado en bandas noventeras como Suede, Oasis o su clara referencia beatleniana.
Mas los Verve supieron prorrogar la tendencia brit-pop adicionándole una mayor pretensión musical al enfocar su propuesta con fastuosos arreglos orquestales en un trasfondo musical rebosante en hedonismo auditivo, el oyente se ve envuelto en una maraña de sabanas de texturas y matices ricos en luminosidad, que se filtran en la mente en un trance psicodélico de mayor extensión, sus piezas ostentan entre los cuatro a cinco minutos, presentando un mayor enfoque y sofisticación que sus contemporáneos (aunque carente de heterogeneidad por momentos), al igual que una menor accesibilidad al elaborar melodías menos complacientes, que tras varias reescuchas logran despertar su encanto y provocar el placer sonoro en el oyente; y si bien no revolucionan ni crean nada nuevo, al profundizar en su oferta se vuelve una experiencia bastante placentera y destacable.
De lo destacable definitivamente la brillante "Bitter Sweet Symphony", fascinante mezcla de psicodelia y arreglos orquestales rococó se amalgaman contundentemente para provocar esplendor y placer en el oyente, su textura ilumina el espacio y adentran al oyente en un oleaje de alienación y rebeldía juvenil, el contraste de la sinfonía agridulce, el descontento ante la confrontación de la insaciable fuerza de la juventud con la debilidad del alma ante los conflictos internos, se logra filtrar un estilo vocal a lo Oasis.
“Sonnet” presenta otro enfoque de la banda, esta vez se enfocan en la melodía folk-pop y la embellecen con arreglos orquestales dotando de intensidad a la pieza en momentos claves, muestra un estilo más personal en el sonido de la banda en el meticulosos trato melódico, sus textos desencadena una serie de variadas interpretaciones tras esa revisión de una caja roja llena de recuerdos, sumergiéndose el interprete en toda una aventura de reflexiones, percepciones y miedos, llegando a un clímax máximo de intensidad emocional en su parte final exponiendo fragilidad y angustia emocional en la parte vocal y luminosidad en su fondo instrumental.
La querencia por el ácido se experimenta en “The Rolling People” (una clara referencia de unos venideros Kasabian) con resonancia stonerosiana y densidad ledzeppiana en un oleaje de abrasiva psicodelia sónica y saturación eléctrica de siete minutos, peca de pretenciosa por su extensión, mas resulta efectiva en primeras escuchas; además igualmente se puede apreciar este enfoque en el reminiscente corte final del disco “Come On”; "The Drugs Don't Work" es una hermosa balada que asienta su melodía en un estilo beatleniano en “Abbey Road” y cuyos arreglos de violines evoca a unos Rolling Stones en “Sticky Fingers” posee una mezcla de inocencia melódica, melancolía y sensibilidad lastimera de notable intensidad y candidez climácica; prosigue la oferta con más psicodelia sensorial beatleniana en "Catching the Butterfly", la extensa escultura de seis minutos permite un trance sónico al infiltrar al oyente en sus densos surcos lisérgicos.
Su construcción musical es consistente, no resulta tan heterogénea mas su enfoque les permite profundizar en la pastosidad y densidad del fondo atmosférico, logrando oleadas y cascadas psicodélicas de fulgurante escucha, destacando “Space And Time”; la cálida “Lucky Man” con inspirados textos de gratitud a la vida; “One Day” con aromas a Neil Young; la jocosidad burbujeante en la sensorial “This Time”; y la letárgica balada “Velvet Morning” con aromas a sus contemporáneos Blur.
Completan el disco la prescindible "Neon Wilderness" y la redundante “Weeping Willow”.
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