martes, 23 de agosto de 2011
COCTEAU TWINS - TREASURE 1984
OJO on este trabajo!, para muchos la gran sorpresa de los ochenta, los abanderados del dream pop; lo cierto es que este conjunto consiguió con este su tercer trabajo darle en el clavo, e inmortalizarse para toda la eternidad con este inmaculado "Treasure", una verdadera gema de la música y una experiencia cuasi-espiritual que fascinan en sus envolventes nubosidades sonoras, en su misticismo y su subliminidad, texturas tan ricas en matices y colores que te suspenden en sus sensoriales atmósferas y llevan tu mente y tus sentidos a un paraíso celestial de calma, paz y bienestar mental.
Uno de los puntos claves es el ejercicio vocal que nos oferta Elizabeth Fraser, quien en su delicada voz nos va seduciendo con sus dóciles coros angelicales y sus difusos y agudos cantos convirtiendose así en una textura adicional de esta rica gama de fondo instrumental; en otras, palabras, consigue convertir su voz en un recurso que escapa a la explícita comprensión textual y se aposenta más bien en la fragilidad emocional que despierta su candor vocal al filtrarse con tal fluidez por los surcos de este pastoso y fascinante fondo sonoro.
Comienza con "Ivo", donde se puede apreciar su estilo folk revestido de los ejercicios vocales de Fraser que quedan acertadamente acentuados por gloriosas campanas consiguiendo despegar tus pies del suelo. "Lorelei" es otra de las mejores piezas que han formulado, con un enfoque más comercial conjuran una delicosa melodía que mima tus oidos empalagándolos con la dulzura que consiguen capturar en este corte y por ahí logra despertar cierto erotismo en su sensual melodía basado en discretos gemidos féminos.
"Persephone" es una muy atractiva idea que enfoque más agresivo de este estilo, pero peca de ser muy extensa. "Pandora" por otro lado, consigue un extenso medio tiempo que resulta efectivo por su apacible y poco rebuscada melodía de tendencia al ambient
"Amelia" es otra celestial pieza que seduce con los sinuosos cantos de sirena de su vocalista; "Aloysius" posee misticismo y encanto en su construcción que juegan con cierto estilo musical nipón y su impecable profundidad que consigue con este característico empleo de la batería al dar golpes secos que parecen olas impactando contra las rocas.
"Otterley" es otro medio tiempo efectivo al despertar cierta curiosidad por evocar un krautrock menos estridente apuntando al ambient; y culmina con la gloriosa "Donimo", un hermoso canto de calada intensidad que consigue dar fin por lo alto este asombroso trabajo ochentero que, si bien cuentan con menor heterogeneidad que en sus predecesores, el grado de sensibilidad conseguido en este trabajo resulta de lo más orgásmico que se puede registrar en su discografía.
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