jueves, 11 de agosto de 2011
PINK FLOYD - THE WALL 1979
Imprescindible clásico del rock y todo un derroche de exhuberancia y majestusidad istriónica trás este ya legendario y exitoso trabajo discográfico.
No es difícil comprender porqué tuvo tanto éxito al momento de su salida al mercado. Para muchos un muy buen trabajo con una original idea bien desarrollada peor en sí excesivamente sobrevalorado, para otros un muy merecido trabajo del cual resultarán siempre exiguos los elogios y calificativos positivos que se le atribuyan.
Lo cierto es que por momentos peca de sobrepretencioso, extendiendo innecesariamente pasajes instrumentales de poco interes, o forzando a un elongamiento de ideas conceptuales que aportan poco al disco y que se traducen en extenuantes, e incluso tediosas para el oyente menos paciente, piezas que terminan dejando surcos flojos que cómodamente pudieron haberse evitado.
Sin embargo esto no logra ensombreser la calidad, la originalidad, la estupenda dirección musical y el acierto y buen gusto en la elaboración de sus majestuosos cortes llenos de diversidad de recursos y soberbios pasajes de ilumniación sensorial e intensidad istriónica que llevan al éxtasis sonoro en su drámatico trasfondo conceptual de alienación y aislamiento enfermizo.
Ya quisiéramos en todo caso que más bandas que gozan de las facilidades de los recursos de un estudio de grabación moderno se atrevan a elaborar con acierto ambiciosas obras como estas.
El intenso "In The Flesh?" da incio al disco en su estrepitoso y grandilocuente construcción instrumental que consigue poner los pelos de punta en ese magistral trato de la intensidad y la melodía de enfoque épico-dramático. Un inmejorable comienzo de este grandioso disco.
Contrasta con "The Thin Ice", conmovedora pieza de fragilidad emocional con mensaje de reflexión sobre las consecuencias de la guerra. "Another Brick in the Wall, Pt. 1" nos introduce ya a la atmósfera difusa de perturbación y desequilibrio emocional y psicológico del protagonista.
"The Happiest Days of our Lives" es una breve aventura fascinante de intensidad conseguida en su concisa percusión y bajo que funciona como acertado preludio para "Another Brick In The Wall Part 2", el gran clásico de la banda con fulminante solo de Gilmoure y de textos que acusan un deficiente sistema educacional taciturno e intransigente.
"Mother" es una hermosa y triste balada acústica con estructura melódica por ahí con cierto aire al "Berlin" de Reed. "Goodbye Blue Sky" complementa la calma del corte previo en ténues acordes acústicos de guitarra. Los conflictos de personalfiaf y socialización de un ya adulto progatonista se ven expuestos en "Empty Spaces" y "Young Lust".
La marcada intensidad conseguida en "Another Brick In The Wall Part 3", palpitante corte que nos muestra el aislamiento tras la construcción del muro en respuesta a la evación social y su calamitoso desenlace sonoro resulta el acertado preludio para una de las mejores baladas que creo ha podido realizar la banda, "Goodbye Cruel World" es atmosférica, trágica, conmovedora, esa nube de fondo (que me recuerda tanto a Spector con Lennon en su "Plastic Ono Band" como a Lou Reed en "The Bed") que dibuja automaticamente imágenes en retrospectiva sobre las vivencias y los pasajes a lo largo de la vida de uno. Imposible no sentirse identificado y tocado por este acongojante y breve canto de perturbadora calma.
"Hey You" nos introduce al segundo disco, que posee de muy disfrutables e interesantes pasajes de envolventes surcos que van entramando las nuevas experiencias del protagonista como "Is There Anybody Out There?" con conseguida intensidad en sus cuerdas acústicas. O la triste "Nobody Home", canto de aire Bowiano que nos narra la extrema soledad del protagonista.
La intensidad de "Bring The Boys Back Home", triunfante pieza de alta resonancia funciona como un muy efectivo preludio para la bellisima "Comfortably Numb", talvez lo único que cambiaria sería la voz de Waters en los versos, pues su factura vocal y sobre todo su estilo no se presta para este corte de inmaculado estribillo, el cual afortundamente recae en la melodiosa voz de Gilmoure, quien también nos ofrece un memorable solo de guitarra que catapúlta al corte como uno de los mejores del disco.
"The Show Must Go On" emplea estimables ejercicios corales a lo Beach Boys. "In The Flesh" nos retrotrae a la atmósfera del corte que da incio al trabajo discográfico, más esta vez en una paranoida mental de su progagonista convertido en un dictador.
La ambivalente "The Trial" parece por ahí recrear el estilo del "Jesus Christ Superstar" de Lloyd Webber; mostrando además los recursos vocales istriónicos de Waters que merecen considerable mérito en este entretenido corte de afligida atmósfera que desenlaza con el derrumbe de la pared en "Outside The Wall", pasaje breve de ténues sonidos que culminan este genial trabajo discográfico.
Toda una aventura sonora del más alto calibre y un imprescindible para el amante del rock más fastuoso y ambicioso.
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